Hace más de un año, topé con una mesa larga en el mercado de Tepito en Acapulco; llena de películas que no se habían vendido por no ser atractivas, por lo tanto, las estaban rematando en cinco pesos, allí encontré documentales y otras películas muy buenas, sin embargo, olvidé por completo una que adquirí, cuyo nombre llamó mi atención “Qué tan lejos”, en la portada: dos mujeres con espíritu explorador (al menos eso me pareció).
Al excusarme, puedo poner varios pretextos, pero la verdad es que a veces uno se acostumbra a creer aquello de que “la felicidad no es sexy”, de hecho, esta historia no está llena de felicidad, sino más bien de quietud o una quietud aparente, a ratos esa quietud es lo que más preocupa, similar al mito de la paz social. El contexto nos ubica en el Ecuador, con sus problemas como país tercermundista y latinoamericano, con sus bellos paisajes naturales y en el punto central el desamor que vive la principal protagonista: Teresa, quien en la mayor parte de la cinta se llama así mismo Tristeza. En cambio Esperanza, originaria de España, se encuentra explorando, conociendo el Ecuador y acompaña a Tristeza en un importante viaje de crecimiento personal como mujer.
La voz de la narradora, me agrada y orienta (como debe ser) ubicando datos históricos tanto de los personajes, como de los lugares urbanos o naturales por los que pasan.
Parece todo calma, pero no es así, así nos hemos acostumbrado a ver nuestra realidad, cada palabra, cada frase y situación, cada escena invita a reflexionar, a ratos hace reír por qué no. Los personajes se pueden contar con la mano, la escenografía es hermosa y económica, es la cotidianidad del Ecuador.
Pongo como ejemplo, este fragmento del diálogo entre Tristeza y Jesús, otro personaje que se les une en la parte final del viaje:
-No sé por qué a mí nunca me puede tocar una historia con final feliz
-Es que los finales felices dependen
-¿Cómo dependen?
-Depende dónde pongas el punto, el punto final, ve: si ponías el punto final de esta historia, el día que te enamoraste del man en la playa y ya, tenías tu final feliz. Subían música, crédito, aplausos y todo el mundo estaría contento, pero no, ahora el man se casó con esa zuca, la que le debe hijos, hacienda y ya, créditos, aplausos y ahí termina su historia, pero tú ya no. La tuya acaba de comenzar más bien.
El drama del desamor... como si para el que lo vive no hubiese en ese momento cosa más violenta, ningún arma letal se precisa, con unas gotas de desamor es suficiente para sentirse devastado.
Esta película, escrita y dirigida por Tania Hermida, hace alusión al drama de la pobreza, los conflictos sociales y políticos se demuestran con un paro o bloqueo a la carretera federal que se menciona y es la causa de que Tristeza y Esperanza viajen tanto tiempo juntas, se menciona que los militares pidieron amablemente al presidente que deje su cargo y en medio de todo eso: “la tontera” esta es la forma en como Tristeza llama al desamor por el que atraviesa, en medio del drama social, el drama personal. Los breves fragmentos de la literatura hispanoamericana, mencionados alternadamente en toda la historia, fungen un papel de comodín o gancho entre una y otra escena.
Esta obra, resulta en mi opinión, una propuesta latinoamericana interesante: ¿Qué tan lejos?...
miércoles, 9 de febrero de 2011
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