miércoles, 21 de abril de 2010

La luz de Frida

No conoció la humildad,
porque no conoció la resignación
Raquel Tibol

Tengo suerte, si, debo decir que soy una mujer con suerte y que mis ímpetus de niña caprichosa no siempre me traicionan, llevaba varios días rondando esa expo de libros que estuvo por más de un mes en el Parque Papagayo de Acapulco, en una de esas me topé con ella: Frida Kahlo en su luz más íntima de Raquel Tibol, con un costo de $100.00, que bien alcanzan para los frijoles de todo el día en mi familia. No niego que por un momento me sentí como el elefante criado en el circo, balanceándose de un lado a otro, sin atreverse a escapar aunque ya no tenga la cadena puesta:
-lo compro,
-no, no es mucho dinero,
-pero es Frida tal vez vienen ahí algunas de sus cartas…sus bellas cartas ¿si?
-no, no, está caro.
-discutí conmigo misma, finalmente el interés me ganó:
– ¡me vale madre, lo quiero! por favor señor, deme el libro.
¿Es este el comportamiento típico de una bibliómana? ¿me he convertido en ello? Ah no sé, ni me importa, lo que sí puedo asegurar es que no estoy en lo absoluto arrepentida de haberlo adquirido y sobre todo de haber leído acerca de la vida de Frida Kahlo, bajo la ayuda de una mujer tan inteligente y minuciosa como Raquel Tibol, alguien que conoció a Frida y a Diego Rivera de cerca y pudo valorar con madurez, sin prejuicios, la vida y obra de ambos, así como su importante repercusión en la sociedad mexicana de su tiempo, más aún en la presente.
Es común escuchar comentarios acerca de que la pintora Frida fue muy suFrida, comentarios que se proliferan con más fuerza si la fuente de ellos son exclusivamente basados en películas como Frida naturaleza viva de Paul Leduc o Frida de Salma Hayek, donde desde mi punto de vista la personalidad de Diego Rivera se devalúa y minimiza para enaltecer la de Frida, lo cual me parece un tanto equivocado, pues basta leer Un retrato de Diego escrito por ella misma en 1949 para un catálogo que conmemoraba los cincuenta años de labor artística del pintor, para darse cuenta de cuan involucrados estaban el uno con el otro, mediante su amor versátil tan fuera de lo común. En palabras de la propia Tibol: “Este texto de amor escrito (por Frida) con máxima generosidad espiritual, vuelve ociosas muchas discusiones e interpretaciones, en torno a los múltiples motivos que unieron a Frida y Diego.”
La Frida descrita en esta biografía es una mujer de luz, de verdadera e intensa luz a pesar de las adversidades, muy lejos de ser una mujer que adorase el sufrimiento, todo lo contrario, es una mujer que nunca se resigna a pesar de sus discapacidades, sus dolores del cuerpo y del alma, una mujer que ama la vida intensamente y que se aplicó a mostrarnos su mundo no solo mediante sus pinturas, sino también mediante sus cartas a sus amores y amigos, las cuales están llenas de belleza, ternura, ironía, pero jamás de monotonía. Caso especial tiene también lo escrito amena y delicadamente en su Diario.
No, no me arrepiento de haberme atrevido a desafiar la jodida crisis económica por la que atraviesa mi país, para darme el placer de leer a cerca de la vida de una mujer mexicana como Frida, porque hablar de ella es hablar de un contexto social lleno de desigualdades e injusticias (que no parece muy distante a estos tiempos presentes), frente al cual no fue indiferente, ni se dio jamás por vencida. Su vida, es un ejemplo de valor, solidaridad, voluntad y amor a la vida.


martes, 13 de abril de 2010

Carta a Celie

…A mí me parece que Dios se mosquearía
si al pasar por un campo no vieras el color púrpura.
Alice Walker.

Querida Celie:
Tengo algo de hambre, si, ahora tengo hambre, mis tripas se comen una a la otra acá en mi estómago, pero ese deseo puede esperar, porque mi hambre por contarte todo lo que me han causado tus cartas es más grande todavía, las he disfrutado todas, todas me han impactado y estremecido desde la primera hasta la última. ¿Que no estaban escritas para mí? Eso no importa, yo bebí de tu agua, de la tuya y de Nattie, tú en el Sur de los Estados Unidos, ella en África. Seguro te estarás preguntando ¿y qué tanto tendrán que ver ustedes conmigo si yo soy mexicana? Entonces te contesto que aunque no tenemos la misma nacionalidad, somos mujeres y al igual que ustedes yo también soy afrodescendiente, con un tanto de india y un tanto de europeo, si escribo en este idioma por qué negarlo.
Quiero pensar que llegar a tus cartas, fue una mera coincidencia, pero no, no es así, las había estado buscando desde hace un buen rato, desde que una amiga rubia con apellido latino, paisana tuya, me las recomendó. Nunca tuve éxito de encontrarlas en alguna librería, después dejé de preguntar por ellas. Hace algunos días fui a visitar a un amigo y platicando sobre la importancia que las cartas han tenido a lo largo de mi vida, espontáneamente me preguntó: -¿ya has leído El color púrpura? –el de Alice Walker, no, lo he estado buscando, ¿tú lo tienes? –le pregunté -si –dijo y de inmediato lo buscó en su enorme librero, en seguida lo puso en mis manos…
¡Ah! no sabes con qué placer lo recibí, porque los libros prestados u obsequiados por alguien que lee son los que se aprecian y se leen más pronto, los prestados son como el amor pasajero pero intenso, precisamente por eso uno tiene que vivirlo, disfrutarlo tanto como se pueda, mientras dure el momento en que está en tus manos, porque pronto volverá a su dueño, no sin antes enseñarte algo que se quedará para siempre contigo. Los regalados pueden disfrutarse con más calma, postergar el placer y refugiarnos en ellos cada vez que queramos con la certeza de que siempre estarán ahí para nosotros, leales, esperándonos.
¿Coincidencia o destino? dice un cómico de mi país, no lo sé, yo más bien creo que tarde o temprano los libros que yo deseo leer me encuentran, qué iba a imaginar yo que esas cartas tuyas las iba a encontrar en la Costa Chica de Guerrero y además regaladas, esa, esa sí creo yo que es una virtud.
Ya en serio, te repito lo que al principio te dije, me enamoré de tus cartas desde la primera hasta la última, tanto, que abandoné un segundo libro sobre la vida de Frida Kahlo, uno de poesía y otros más, para poderme quedar solamente contigo y Nattie. Y es que solo un témpano de hielo podría ser indiferente ante tanto dolor, ante tanta injusticia, ante tanto amor, ante tanta ternura. Yo, sufrí, me angustié, me enojé, me alegré, me emocioné y lloré contigo, lloré de tristeza, de rabia y alegría, pero principalmente imaginé, cuánto imaginé los paisajes que Nattie describía de África y la vida del pueblo Olinka y de inmediato recordé los relatos de mi padre y sus hermanos sobre el tiempo en que vivieron en el monte en la Costa de Guerrero, en mi región hay mujeres tan bonitas, libres e independientes como Shug Avery, mujeres valientes y fuertes como Sofía a las que ni la violencia más sanguinaria puede doblegarlas y en todo caso fingen la sumisión cuando no hay otra salida. También hay mujeres como Nattie que se liberan mediante el conocimiento de las letras y ayudan a otros a conocerlas como verdaderas misioneras, aunque también cabe decirlo, no todas las mujeres de mi país, logran liberarse de la violencia con el solo hecho de tener un título universitario y ejercer una profesión, en cambio, las hay no tan leidas y estudiadas pero con los pantalones bien puestos.
Y claro, también hay mujeres tan sabias y fuertes como tú Celie, con apariencia de pajarito al cual se le pueden cortar las alas una y mil veces, pero su resistencia es tan grande que con el tiempo y en silencio, las alas les vuelven a crecer y entonces, entonces no hay nada ni nadie que pueda detenerlas. ¡Cómo fuiste creciendo Celie! fortaleciéndote poco a poco, a pesar de todo y contra todos. Viví tus sufrimientos, tus alegrías, viví también tus logros, seguro que hubo un tiempo en que ni tiempo, ni deseo tuviste de mirarte al espejo todos los días porque con todo lo que tu Pa y tu esposo te decían te sentías la mujer más horrible del planeta aunque no lo quisieras, fui testigo de que el verdadero amor, de hombre o de mujer, especialmente el de mujer, puede embellecer todo lo que toca, curarnos, despejar nuestra mente y darle rienda suelta a nuestra creatividad, disfruté tanto saber de tu empresa de pantalones puntada tras puntada, verte dueña de tu casa, decorándola como tú quisieras, sin nadie que te corrigiera o te molestara.
Pero principalmente, me enseñaste que uno debe aprender a tener serenidad, paz, con o sin el ser amado, sé muy bien lo que sentiste cuando fuiste abandonada por el amor de tu vida, una sensación de muerte que con el tiempo te ayudó a ser más fuerte y a entender no sin dolor, que las personas que amamos son libres y no están obligadas a hacer lo que queremos solo porque las queramos.
Estoy feliz, realmente feliz de haberte conocido a ti, a Nattie y todas esas personas de tu familia, tus cartas me han llenado de amor, de luz, de esperanza, y han reavivado mi deseo de leer, de imaginar, mi deseo de escribir, porque cuando pienso que la vida no tiene razón de ser y que no hay motivos para seguir luchando, siempre, siempre una carta, una carta me sale al paso. Amén.
Con cariño y gratitud
nas.


(Celie, es el personaje principal de esta magnífica obra de Alice Walker titulada: El color púrpura)