…A mí me parece que Dios se mosquearía
si al pasar por un campo no vieras el color púrpura.
Alice Walker.
si al pasar por un campo no vieras el color púrpura.
Alice Walker.
Querida Celie:
Tengo algo de hambre, si, ahora tengo hambre, mis tripas se comen una a la otra acá en mi estómago, pero ese deseo puede esperar, porque mi hambre por contarte todo lo que me han causado tus cartas es más grande todavía, las he disfrutado todas, todas me han impactado y estremecido desde la primera hasta la última. ¿Que no estaban escritas para mí? Eso no importa, yo bebí de tu agua, de la tuya y de Nattie, tú en el Sur de los Estados Unidos, ella en África. Seguro te estarás preguntando ¿y qué tanto tendrán que ver ustedes conmigo si yo soy mexicana? Entonces te contesto que aunque no tenemos la misma nacionalidad, somos mujeres y al igual que ustedes yo también soy afrodescendiente, con un tanto de india y un tanto de europeo, si escribo en este idioma por qué negarlo.
Quiero pensar que llegar a tus cartas, fue una mera coincidencia, pero no, no es así, las había estado buscando desde hace un buen rato, desde que una amiga rubia con apellido latino, paisana tuya, me las recomendó. Nunca tuve éxito de encontrarlas en alguna librería, después dejé de preguntar por ellas. Hace algunos días fui a visitar a un amigo y platicando sobre la importancia que las cartas han tenido a lo largo de mi vida, espontáneamente me preguntó: -¿ya has leído El color púrpura? –el de Alice Walker, no, lo he estado buscando, ¿tú lo tienes? –le pregunté -si –dijo y de inmediato lo buscó en su enorme librero, en seguida lo puso en mis manos…
¡Ah! no sabes con qué placer lo recibí, porque los libros prestados u obsequiados por alguien que lee son los que se aprecian y se leen más pronto, los prestados son como el amor pasajero pero intenso, precisamente por eso uno tiene que vivirlo, disfrutarlo tanto como se pueda, mientras dure el momento en que está en tus manos, porque pronto volverá a su dueño, no sin antes enseñarte algo que se quedará para siempre contigo. Los regalados pueden disfrutarse con más calma, postergar el placer y refugiarnos en ellos cada vez que queramos con la certeza de que siempre estarán ahí para nosotros, leales, esperándonos.
¿Coincidencia o destino? dice un cómico de mi país, no lo sé, yo más bien creo que tarde o temprano los libros que yo deseo leer me encuentran, qué iba a imaginar yo que esas cartas tuyas las iba a encontrar en la Costa Chica de Guerrero y además regaladas, esa, esa sí creo yo que es una virtud.
Ya en serio, te repito lo que al principio te dije, me enamoré de tus cartas desde la primera hasta la última, tanto, que abandoné un segundo libro sobre la vida de Frida Kahlo, uno de poesía y otros más, para poderme quedar solamente contigo y Nattie. Y es que solo un témpano de hielo podría ser indiferente ante tanto dolor, ante tanta injusticia, ante tanto amor, ante tanta ternura. Yo, sufrí, me angustié, me enojé, me alegré, me emocioné y lloré contigo, lloré de tristeza, de rabia y alegría, pero principalmente imaginé, cuánto imaginé los paisajes que Nattie describía de África y la vida del pueblo Olinka y de inmediato recordé los relatos de mi padre y sus hermanos sobre el tiempo en que vivieron en el monte en la Costa de Guerrero, en mi región hay mujeres tan bonitas, libres e independientes como Shug Avery, mujeres valientes y fuertes como Sofía a las que ni la violencia más sanguinaria puede doblegarlas y en todo caso fingen la sumisión cuando no hay otra salida. También hay mujeres como Nattie que se liberan mediante el conocimiento de las letras y ayudan a otros a conocerlas como verdaderas misioneras, aunque también cabe decirlo, no todas las mujeres de mi país, logran liberarse de la violencia con el solo hecho de tener un título universitario y ejercer una profesión, en cambio, las hay no tan leidas y estudiadas pero con los pantalones bien puestos.
Y claro, también hay mujeres tan sabias y fuertes como tú Celie, con apariencia de pajarito al cual se le pueden cortar las alas una y mil veces, pero su resistencia es tan grande que con el tiempo y en silencio, las alas les vuelven a crecer y entonces, entonces no hay nada ni nadie que pueda detenerlas. ¡Cómo fuiste creciendo Celie! fortaleciéndote poco a poco, a pesar de todo y contra todos. Viví tus sufrimientos, tus alegrías, viví también tus logros, seguro que hubo un tiempo en que ni tiempo, ni deseo tuviste de mirarte al espejo todos los días porque con todo lo que tu Pa y tu esposo te decían te sentías la mujer más horrible del planeta aunque no lo quisieras, fui testigo de que el verdadero amor, de hombre o de mujer, especialmente el de mujer, puede embellecer todo lo que toca, curarnos, despejar nuestra mente y darle rienda suelta a nuestra creatividad, disfruté tanto saber de tu empresa de pantalones puntada tras puntada, verte dueña de tu casa, decorándola como tú quisieras, sin nadie que te corrigiera o te molestara.
Pero principalmente, me enseñaste que uno debe aprender a tener serenidad, paz, con o sin el ser amado, sé muy bien lo que sentiste cuando fuiste abandonada por el amor de tu vida, una sensación de muerte que con el tiempo te ayudó a ser más fuerte y a entender no sin dolor, que las personas que amamos son libres y no están obligadas a hacer lo que queremos solo porque las queramos.
Estoy feliz, realmente feliz de haberte conocido a ti, a Nattie y todas esas personas de tu familia, tus cartas me han llenado de amor, de luz, de esperanza, y han reavivado mi deseo de leer, de imaginar, mi deseo de escribir, porque cuando pienso que la vida no tiene razón de ser y que no hay motivos para seguir luchando, siempre, siempre una carta, una carta me sale al paso. Amén.
Con cariño y gratitud
nas.
(Celie, es el personaje principal de esta magnífica obra de Alice Walker titulada: El color púrpura)
nas.
(Celie, es el personaje principal de esta magnífica obra de Alice Walker titulada: El color púrpura)
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