sábado, 12 de febrero de 2011

Pequeños ángeles de la nada

Los angelitos
caminan extraviados
entre la oscuridad
guiados por el tacto
solo pueden sentir
el vacio de la nada.
Intentan volar sin éxito
la verdad cruel
como luz encegadora
les ha sido rebelada:
un hijo e puta les ha engendrado
solo para fracturar sus alas.
Los angelitos lloran
caminando entre la oscuridad
con los ojos hinchados de luz
escurriendo sangre entre las alas.
A ratos descansan
en seguida
reanudan la marcha.
Nadie sabe con exactitud
hacia dónde se dirigen
si es que acaso, avanzan.
Aceptan ser hijos del pecado
y la palabra culpa
sobresale tatuada
en sus pequeñas y huesudas espaldas.
Los angelitos no pueden volar
caminan, extraviados
entre la oscuridad
guiados por el tacto
solo pueden sentir
el vacío de la nada;
con los fragmentos de ella
imaginan tejer vendoletes
para secar la hemorragia.
A ratos descansan
en seguida
reanudan la marcha.
Nadie sabe con exactitud
hacia dónde se dirigen
si es que acaso avanzan.
Tal vez no van a ningún lado
solo se mueven, crecen
dejan hacer lo suyo a la naturaleza
Y aguardan
aguardan
¡aguardan!

viernes, 11 de febrero de 2011

El príncipe de las mareas

Alguna vez, tuve la maravillosa suerte, de tener un maestro en la universidad que me hizo ver buen cine, para ser sincera, todas las obras me encantaron, en particular: El príncipe de las mareas. Mi maestro, de profesión psiquiatra, utilizó esta película para hablar del psicoanálisis y temas así, pero, más allá de los conceptos teóricos, a mí me fascinaba la historia, un hombre que recurría a la negación, a la desmemoria, a la risa, para evitar enfrentarse a su pasado familiar lleno de violencia y dolor. “Olvidar todo, dejar el pasado atrás, cerrar la puerta.”
A primera vista, esta actitud puede resultarnos despreciable, cobarde, porque como bien dice una de las protagonistas principales: “se necesita valor para sentir el dolor.” Sin embargo, considero, que también se necesita valor para continuar el camino de la vida renunciando a sí mismo. Sobre todo, cuando en esos difíciles momentos, solamente ese es el camino, la única ancla para no hundirse en el caos. Esta, es la segunda vez que tengo el privilegio de ver la misma película y desde la primera, no dejo de preguntarme: no sé qué es más difícil en la vida ¿crecer siendo hombre o crecer siendo mujer? Al menos como mujer, se tiene derecho a externar sentimientos “porque la fragilidad es propia de las mujeres.” En cambio, como hombre mexicano se debe aprender a reprimirlos, porque eso reafirma su ser masculino: “no llore, qué, no es hombre.”
Vaya conflicto, el cuerpo queriendo llorar y los prejuicios sociales presionando la voluntad interna para impedirlo, cuánto peso añejo, cuánto dolor reprimido en el cuerpo de un hombre. Curiosamente, a Tom Wingo, el protagonista principal, le tocó la suerte de encontrarse con una psiquiatra, inclusive, de poder ser amado por ella. Pero en los países tercermundistas, ir al psiquiatra, es decidir entre pagar la terapia o la comida, la respuesta es simple, no alcanza la vida para darse semejante lujo. Pero, dentro de todas nuestras calamidades y conflictos sociales, existe la fuerza de voluntad en cada ser humano y cuando se está decidido a accionarla, suceden cosas verdaderamente sorprendentes, así puede uno encontrarse a hombres que en su infancia sufrieron un maltrato familiar tremendo y al tener por primera vez en sus brazos a sus hijos, decidieron no utilizar la violencia para educarlos, porque estaban conscientes de todo el daño que eso causaba. Esos hombres, al paso del tiempo, tendrán seguramente el amor y el reconocimiento de sus hijos…desgraciadamente, no puedo asegurar que así sea, para quienes a pesar de los Ejercicios de San Ignacio, los estudios en ciencias humanas y los métodos alternativos, han decidido lastimar, culpar, atormentar el corazón de sus pequeños e indefensos hijos, dudo mucho que en la vejez, su dios, el universo, se apiade de ellos.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Monster, asesina en serie

Aileen Wuornos, existió en nuestro continente, vivió en la Unión Americana y “amó con todo su corazón, mente y alma” a Selby Wall, de eso, no tengo la menor duda.
Su historia real, duró 9 meses, entre 1989 y 1990, inició justo el día en que Aileen pensaba suicidarse, después de no hacerlo “solo quería una cerveza” y Selby le convidó una jarra de ésta. Aileen, necesitaba amor más que nada en este mundo, lo necesitó siempre, “de niña soñaba con ser artista de cine, ser hermosa y rica: lo creía con todo el corazón,” aunque a su alrededor dijeran que “solo soñaba.” “Cuando estaba deprimida, me escapaba a mi mente, a mi otra vida… viví mucho tiempo soñando así, en mi mente.”
Aileen Wuornos, fue violada a los 8 años por el mejor amigo de su padre, éste nunca la escuchó y el amigo siguió violándola por años, hasta que murió en un accidente automovilístico, hecho que alegró a Aileen, quien a los 13 años dio en adopción a su bebé. Se alejó de su familia, cuando se avergonzaron de ella por apoyar a sus hermanos con dinero producto de la prostitución ejercida. Se convirtió en prostituta de carretera, buscó el amor en los hombres, pero después de casi matarla a golpes mandándola varias veces al hospital, comprendió que en ellos no lo encontraría.
Aileen, necesitaba amor y Selby, le dio el amor que nunca antes había conocido, Selby era una hija de familia, de gente bien, pero amó a Aileen aunque la familia decía: “nosotros no tenemos nada que ver con esa gente.”
Aileen intentó dejar la prostitución, al asesinar a un hombre después de que éste la golpeó y violó, pero Aileen no sabía hacer otra cosa y las oportunidades no eran muchas para ella, Aileen siguió matando hombres porque en su experiencia, solo le habían hecho daño. Se convirtió en asesina en serie y con ello, dio una versión distinta a la historia de las prostitutas asesinadas por asesinos en serie, ahora la víctima se había convertido en verdugo.
Aileen, vivió con Selby una relación de 9 meses, antes de ser llevada a prisión, en donde se le condenó a cadena perpetua y después de 12 años se le aplicó la pena de muerte. Selby tuvo que ser la testigo presencial de los hechos y acusarla, Aileen asumió toda la responsabilidad, protegiendo a su amada, por encima de todas las cosas y contra todos los que pudieran hacerle daño, porque así es el amor entre dos personas, de distinto o del mismo sexo, el amor, es el amor aquí y en China, la actitud de Aileen, me recuerda una canción de la española Bebe: Y la dejaste volar/ y tus ojos lloraron hasta doler/ pero solo tú sabías/ que así tenía que ser… Sí, el amor, pero nuestra protagonista, interpretada increíblemente por la sudafricana Charlize Theron, lo explica mejor, sobre todo en su roll como prostituta:

“La amaba y algo que nadie notaba o creía sobre mí, es que podía aprender, podía prepararme para cualquier cosa. La gente siempre desprecia a las prostitutas, no nos dan oportunidad porque creen que es la salida fácil. Pero nadie imagina, la fuerza de voluntad necesaria para hacer lo que hacemos: caminar por las calles, noche tras noche, recibir ataques y recuperarse. Pero yo lo hice y todos se equivocaron, porque no tenían idea de cómo podía disciplinarme cuando creía en algo… y creía en ella.”

Antes de iniciar a escribir estos comentarios, sobre Monster, asesina en serie, obra cinematográfica, inspirada en la vida de Aileen Wuornos, abrí una cerveza, a mí, que no me gusta y algunas veces recurro a este líquido amargo por lo bien que me ayuda a conciliar el sueño, pero en esta ocasión, lo hice para brindar por Aileen y su actitud perseverante por encontrar el amor, si bien no lo conoció en casa, ni en la calle, intuía que existía dentro de ella misma y podía incluso ser capaz de compartir ese sentimiento con alguien tan distinta a ella como Selby Wall.

Salud, pues Aileen, al final del difícil camino, siempre tuviste el valor, siempre amaste… en estos difíciles tiempos, no todos lo hacen.

Qué tan lejos

Hace más de un año, topé con una mesa larga en el mercado de Tepito en Acapulco; llena de películas que no se habían vendido por no ser atractivas, por lo tanto, las estaban rematando en cinco pesos, allí encontré documentales y otras películas muy buenas, sin embargo, olvidé por completo una que adquirí, cuyo nombre llamó mi atención “Qué tan lejos”, en la portada: dos mujeres con espíritu explorador (al menos eso me pareció).
Al excusarme, puedo poner varios pretextos, pero la verdad es que a veces uno se acostumbra a creer aquello de que “la felicidad no es sexy”, de hecho, esta historia no está llena de felicidad, sino más bien de quietud o una quietud aparente, a ratos esa quietud es lo que más preocupa, similar al mito de la paz social. El contexto nos ubica en el Ecuador, con sus problemas como país tercermundista y latinoamericano, con sus bellos paisajes naturales y en el punto central el desamor que vive la principal protagonista: Teresa, quien en la mayor parte de la cinta se llama así mismo Tristeza. En cambio Esperanza, originaria de España, se encuentra explorando, conociendo el Ecuador y acompaña a Tristeza en un importante viaje de crecimiento personal como mujer.
La voz de la narradora, me agrada y orienta (como debe ser) ubicando datos históricos tanto de los personajes, como de los lugares urbanos o naturales por los que pasan.
Parece todo calma, pero no es así, así nos hemos acostumbrado a ver nuestra realidad, cada palabra, cada frase y situación, cada escena invita a reflexionar, a ratos hace reír por qué no. Los personajes se pueden contar con la mano, la escenografía es hermosa y económica, es la cotidianidad del Ecuador.

Pongo como ejemplo, este fragmento del diálogo entre Tristeza y Jesús, otro personaje que se les une en la parte final del viaje:

-No sé por qué a mí nunca me puede tocar una historia con final feliz
-Es que los finales felices dependen
-¿Cómo dependen?
-Depende dónde pongas el punto, el punto final, ve: si ponías el punto final de esta historia, el día que te enamoraste del man en la playa y ya, tenías tu final feliz. Subían música, crédito, aplausos y todo el mundo estaría contento, pero no, ahora el man se casó con esa zuca, la que le debe hijos, hacienda y ya, créditos, aplausos y ahí termina su historia, pero tú ya no. La tuya acaba de comenzar más bien.

El drama del desamor... como si para el que lo vive no hubiese en ese momento cosa más violenta, ningún arma letal se precisa, con unas gotas de desamor es suficiente para sentirse devastado.
Esta película, escrita y dirigida por Tania Hermida, hace alusión al drama de la pobreza, los conflictos sociales y políticos se demuestran con un paro o bloqueo a la carretera federal que se menciona y es la causa de que Tristeza y Esperanza viajen tanto tiempo juntas, se menciona que los militares pidieron amablemente al presidente que deje su cargo y en medio de todo eso: “la tontera” esta es la forma en como Tristeza llama al desamor por el que atraviesa, en medio del drama social, el drama personal. Los breves fragmentos de la literatura hispanoamericana, mencionados alternadamente en toda la historia, fungen un papel de comodín o gancho entre una y otra escena.
Esta obra, resulta en mi opinión, una propuesta latinoamericana interesante: ¿Qué tan lejos?...