lunes, 10 de mayo de 2010

De las meras amarillas

Mamá alacrana

Aprendió que su “naturaleza”
era darse a los demás
de pequeña fue hija de familia.
Cuando formó la propia
se desprendió de su cuerpo
para dárselo a su marido
y después se vistió de madre
cargando a los hijos en su espalda.
Los alacrancitos cumplieron con la tarea:
Se la fueron comiendo
lentamente
hasta empacharse.
Superada la indigestión
montaron un altar con su fotografía
donde colocan flores frescas todos los días
y de vez en cuando, lloran de sentimiento
recordando a su muy rechingada madre.









Viaje en colectivo

Vengo a Cuaji
bebo toda la noche
y me hecho mis pericazos
porque me gusta de la buena
y la de acá es mejor
que la de Acapulco
con tantito luego me prendo.
¡A güevo! si los políticos lo hacen
yo también tengo derecho.
Bien lo dice el dicho:
¡Anda pedo el gobierno
con el dinero del pueblo!

Tengo 40 y ni se me notan
me jacto de decir que a mis años
estoy bien conservada.
Eso si, con un joven o un viejo
me quiero morir como el pescado
¡bien ensartada!

Ahora voy pa´ mi casa
y tal vez me veo mal
yo seré todo lo que tu quieras
pero llegando allá
soy una madre soltera
decente y respetada.

Nomás parí cuatro
y ya soy abuela de dos.
¡Si se los dije que usaran condón!
pero ya vez
que culpa tienen mis nietas
no sé… no podrías imaginar
mi cariño por ellas
solo cuando los tuyos te hagan abuela







Para morir… no tengo tiempo


Para la niña de Guatemala
que se dejó morir de amor.

No, no tengo tiempo para morir
por un desmemoriado.
Los tonos de chuparrosa
se dan harto en cantidá
y abundan por todos lados.

La voz doliente de Emiliano Gallardo
canta en mi corazón
y humedece mis ojos
mientras lavo los trastes.

Una manita desde abajo
jala mis trapos: ¡Comé mama, comé!
Respiro hondo y hago chillar la sartén
lleno el buche de mis pollitos
aunque me quede a medias.

Enjuago mi cara
me recojo el cabello en un chongo
Acomodo el ñagual y la bandeja sobre la cabeza
¡Tengo que acabar de vender temprano!

Camino entre una calle y otra
la voz de Emiliano Gallardo
vuelve a rondar mi corazón
desde la memoria

hay otra vocecita que la opaca:
¡Comé mama, comé!

¡De amor se han de morir los hombres!
Yo tengo que guisar, lavar
regar, barrer, planchar, coser, recoger la chandera…
No, no tengo tiempo para morir de amor… por un desmemoriado.




Medicina tradicional

Creo que es el latido
Mama Bárbara dice que duele aquí en la boca del estómago
da por corajes, por dolores que se guardan cuando no se llora lo suficiente
en veces, hasta vómito causa y se cura con té de jengibre.

Llevo tomándolo una semana, medio ataranta el dolor
pero al rato regresa, el dolorcito se extiende y me roba el aire
como si algo por dentro se chupara mi estómago.

A veces es tanto que me divide en pedazos y vivo así
fragmentada, respirando por partes, cuando se puede.

Sentada en la cama, reclamo:
¡Su remedio no sirve!

Mama Bárbara me mira y se ríe:
-Jum, jum, maye, te acongojas por nada.
Los apaches siempre serán apaches
las reinas solo tienen un tiempo
así ha sido siempre
y no has de morirte por eso
tratando de enderezar lo que ya está chueco.

¡Mírame bien!, estoy de pié y sola,
¡nomás me faltaron alas para volar!

La vida no es como la cola del gallo
a la que arrancas una pluma y otra le vuelve a nacer.
Ya no eres su reina, solo te haces daño,
ahora formas parte del acompañamiento.

¡Te dije que era latido!
si el remedio no te gusta ¡cámbialo!
el estafiate es bueno pa´la muina y los nervios
¡componte!,¡pronto!, que pa´ eso eres mujer
y los chiquitillos, ya están llorando de hambre.


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